INTRODUCCION AL PEREGRINO


INTRODUCCION AL PEREGRINO

PRESENTACION
Esta historia, es algo más que le debo a mis padres.
Empezó por un primer viaje en piragua, desde Alicante a Tánger. Lo que me sirvió para darme cuenta que la piragua no era el medio de transporte ideal, para viajar por África.
A este viaje le siguió otro, en bici por el continente Africano, de unos tres meses pasando por los países de Marruecos, Mauritania, Senegal y Mali.
A la vuelta de este viaje, tenía un nuevo proyecto de viaje y no tarde en partir con mi piragua, desde Alicante a Sicilia.
Este año 2010 he llegado a Suráfrica en bicicleta, atravesando un total de quince países, desde mi ciudad Alicante.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

EL ADA Y EL PRINCIPE


Ayer fue mi cumpleaños y también me tocaba escribir sobre esas montañas que me vieron nacer, creedme que tenia diecisiete años cuando me caí mas de media montaña abajo, pero es una historia muy larga que contare en otro momento, ayer prefería recordarla con toda su majestuosidad.
 Erase, que se era. Un matrimonio que iba a celebrar con sus hijos, ya adultos la gran ceremonia de la verdad de sus vidas, para esto tenían que estar bien preparados y les esperaba una gran cena, con todo tipo de vinos y bebidas, la noche iba a ser larga.
Llevaban unas vidas muy perfectas desde que se conocieron, hace muchos años. Él era el presidente de una gran empresa de informática, conocida en el mundo, en su trabajo se podía decir que era el mejor y muy responsable, todos sus compañeros le apreciaban, su vida era como un reloj suizo, iba a la perfección. Por las mañanas se despedía de su mujer, después de un gran desayuno servido por sus sirvientes, donde entablaban una conversación donde exponían todos los problemas que podía tener el día. Cuando él se marchaba al trabajo, ella se quedaba resolviendo todos los problemas que podían suceder en la vida cotidiana y siempre pendiente del teléfono por si le llamaba su marido. El en su trabajo era rápido y eficaz nunca desvanecía y cuando acababa la jornada estaba agotado pero su mujer le esperaba en casa. Siempre le salían planes para después de salir de la oficina pero el rehusaba, sabía que le esperaba alguien más importante.
Al llegar a su mansión, lo primero que le esperaba después de las palabras de amor de su mujer, era el masaje de una profesional, acto seguido iban a un gran comedor donde cenaban juntos y luego se sentaban a la lumbre de una gran chimenea a hablar de todos los problemas, que le habían podido suceder durante el día en su oficina. Y así era como se despedían de la noche y se dirigían a su aposento, una habitación grandísima donde no les faltaba de nada.
Tuvieron hijos, tres pero desde un principio fueron criados por institutrices, después fueron en colegios de internados y las vacaciones las solían pasar en escuelas privadas. Por lo que se podía decir que nunca tuvieron una relación muy estrecha con ellos. Pero ahora les querían contar el secreto de su vida y tenían que volver muy atrás en el tiempo a cuando se conocieron por primera vez.
Nos encontrábamos a la sombra de esa gran montaña, era increíble observar esas paredes, con un frio glacial, que corría por todo el cuerpo pero no impedía quedarte absorto viendo todas sus formaciones, cubiertas por una capa de nieve y hielo. ¿Cómo llegamos allí? Cada uno por nuestro lado, yo era una joven, ambiciosa que me había propuesto esa pared, estaba en la soledad de ese refugio, medio enterrado por la nieve pero de repente se abrió la puerta y apareció el, era aun más joven que yo y aunque era un poco imprudente e inconsciente, por  sus venas corría mucha sangre. Nos presentamos y los dos veníamos dispuestos a subir esta montaña pero la incógnita estaba ahora en que si la íbamos a subir juntos. Los dos nos encontrábamos, muy minúsculos debajo de esa pared y nos dábamos muchos ánimos, sabíamos que a la noche emprenderíamos el camino que nos llevaría hasta ella. Eran las cinco y nos encontrábamos, contemplando su inmensidad con las últimas luces del sol y allí sentados en una piedra después de haber comido, preparados para descansar unas horas, antes de partir. Era cuando veríamos la luz en esa montaña por última vez.
Partíamos en una noche oscura, con el rugido de un viento, que arrastraba cristales que se te clavaban en la cara, sin dar tiempo a quejarte, cuando paraba. Íbamos avanzando poco a poco hacia un glaciar, lleno de grietas, que nos iba a llevar hasta el pie de la pared. Desde el principio partimos juntos, nunca dijimos que iríamos juntos pero nos dábamos cuenta que así éramos más invencibles. Pero nunca más amaneció, a partir de este momento íbamos a formar la historia de nuestra vida. No sabíamos lo que estábamos haciendo pero éramos jóvenes y nunca pensamos que una montaña nos podía vencer.
Allí estábamos al principio de la pared gritando, frete a un silbido incesante. ¡Por aquí! ¡Por aquí! A veces ni nos veíamos, debido a una nube blanca que se formaba. Pero los problemas acababan de empezar y nuestro compañerismo era muy fuerte, mucho más fuerte que el de cualquier matrimonio y jamás se vino abajo. Nos encontrábamos debajo del primer resalte de hielo y fui yo la que pedí la vez, para subir primero, el frio era increíble y la nieve se te metía entre la ropa pero eso, no nos impidió subir el primer resalte de hielo y el siguiente y el siguiente, hasta que llegamos a preguntarnos, si habíamos subido ya diez montañas como esa.
Los problemas empezaban, el frio hacia mella, no sabíamos el tiempo que llevábamos allí y nuestra comida se acababa a parte de estar congelada como un cubito de hielo. Nuestro cuerpo estaba igual, las manos y los pies ya no los sentíamos. Para colmo la montaña nos perdió entre sus grietas y extraplomos pero decidimos a continuar, sabíamos que podíamos llegar a salir de ese infierno y llegar a su cumbre. Seguíamos subiendo como podíamos pero necesitábamos descansar y nuestros ojos se empezaban a cerrar, estábamos debajo de una cascada de hielo, cuando abrimos los ojos y vimos una luz deslumbrante en lo alto, por fin pensamos, aunque también pensamos, que fuese una falsa esperanza. Quizás fuese eso lo que nos hizo descender a toda velocidad por esa pared, cayendo encima del glaciar, aun seguíamos con vida y en nuestro interior escuchamos la voz de la montaña. Vais a vivir pero me debéis prometer que siempre seréis Ada y Príncipe. Ambos nos cogimos la mano y nos quedamos dulcemente durmiendo a los pies de esa montaña a unos rivales que había decidido unir para siempre.
Lo demás de esta historia ya lo conocéis, solo me queda por añadir que lo hicimos lo mejor que supimos, había un millón de maneras de hacerlo pero hasta hora seguimos vivos y os hemos dado la sabiduría que los dioses de la naturaleza mil veces superior, dan al ser humano apreciándolo mil veces más que ellos mismos.
Estas cosas pasaban por mi cabeza, el día de mi cumpleaños, mientras que empezaba la recta final, para encontrarme en un mundo lleno de sensaciones.

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