INTRODUCCION AL PEREGRINO


INTRODUCCION AL PEREGRINO

PRESENTACION
Esta historia, es algo más que le debo a mis padres.
Empezó por un primer viaje en piragua, desde Alicante a Tánger. Lo que me sirvió para darme cuenta que la piragua no era el medio de transporte ideal, para viajar por África.
A este viaje le siguió otro, en bici por el continente Africano, de unos tres meses pasando por los países de Marruecos, Mauritania, Senegal y Mali.
A la vuelta de este viaje, tenía un nuevo proyecto de viaje y no tarde en partir con mi piragua, desde Alicante a Sicilia.
Este año 2010 he llegado a Suráfrica en bicicleta, atravesando un total de quince países, desde mi ciudad Alicante.

sábado, 13 de noviembre de 2010

CUADERNO DE BITACORA 1parte

No voy a contar mi vida y mi nacimiento, quizás no tenga nada de especial, seguramente sea tan normal como; pasar una infancia con tus padres, crecer con los problemas de la adolescencia y llevar una vida lo más acorde al sistema que nos rodea pero en el fondo había algo que me hacia narrar una serie de episodios, que cada vez me hacían gestionar mi existencia.
Corrían tiempos de abundancia y en mi ciudad bañada por las tranquilas aguas del Mediterráneo, las personas andaban como locas, confusas por las noticias que comunicaban, a unos ciudadanos que perdían los valores de la vida, para obsesionarse en cosas vánales, preocupándose que iba a ser de ellos el día de mañana. Todo este mundo era tan diferente a mí, que se me hacía muy difícil seguir su ritmo, pero pienso que para seguir en el camino, también hay que bajar al infierno. Y el camino estará lleno de sentimientos, de sensaciones, de encuentros y de verte tu mismo en soledad y esta combinación tan explosiva harán a una persona, más o menos capaz de afrontar una serie de situaciones, que a la vez te darán otras y otras y … Y este es otro gran problema en mí.
Y que me iba a dar tanto cumulo de sensaciones que Alicante tuviese puerto, a mar abierto, adquirido por gente ostentosa, que ya no tenían en sus entrañas el sentimiento de conocer mundo y emprender nuevas semillas en otras tierras, enfrentándose a los mares que hiciese falta. No me importaba, no estar rodeado de auténticos marineros y no tener una reina que me pagase mi calavera. También eran otros tiempos y esto último resultaba más fácil, simplemente tienes que ir con una tarjeta de plástico y consigues todo lo que necesitas, yo que venía de sitios donde era difícil hablar de dinero, pero en el fondo soy un sentimental y todas estas ideas que conllevan las nuevas tecnologías, no me convencen demasiado.
Recuerdo, la primera vez que salía a la mar con mi embarcación el Peregrino, un pedazo de kayak, con el que estaba dispuesto a llegar a Tarifa y más allá. Me basto que vinieran unos buenos amigos y nos despidiéramos a la luz de la luna, con unas cervezas y unos cuantos cañones, no esos que se disparan. Para poner rumbo en una larga noche a esa pequeña pero maravillosa isla, que tiene Alicante, Tabarca. Pase entre sus escollos y dormí en una pequeña cala orientada al sur, hasta que amaneció. Cuando desperté y fui a un barecito pasó algo muy gracioso. Una policía me pregunto si era yo el que había dormido en la cala. A lo que le respondí; que yo era de Barcelona y no sabia na. Tonterías de esas a mí, que he dormido hasta en los lidos privados de Italia.
Ahora voy a empezar, mi tercer viaje en piragua por el Mediterráneo, partiré desde la isla de Sicilia al Sur de Italia e intentare llegar a Estambul (Turquía). Las fechas de partida se van aproximando, pero aun me toca pasar unas navidades bien merecidas. El proyecto del Peregrino sigue sin ser financiado, ni por el tesoro público, ni el privado. Pero no es obstáculo para esa idea del peregrinaje, que tan arraigada la tiene.
Hace unos meses llegue de ese continente tan mágico, que es el África y tan diferente que a veces parece que estés en otro planeta, aunque el único que tiene el ombligo para adentro eres tú. Tenía muchas ganas de comunicarme con los míos, pero sabía que iba a dejar atrás un mundo, que me había enseñado un montón de cosas y aunque eran muy difíciles de aplicar en este mundo gestionado por el capitalismo, no quería que se me olvidaran.
Cuando llegue al aeropuerto de Alicante, nadie vino a recibirme, muy normal en mi, llegar de sorpresa. Todo parecía una estación alienígena, fría como el hielo, maquinas para todo, luces y colores por todos lados, gente uniformada y con un estrés y unas prisas, imposibles de ver en cualquier país de África, cuando salí fuera habían naves que te tele trasportaban, a cualquier parte. Pero ni corto ni perezoso desenfunde la bicicleta que me había llevado a Suráfrica y puse dirección al centro de la ciudad. Las personas que veían mi rueda trasera, me anunciaban, que estaba muy doblada. Yo les respondía; no importa ya llevo más de diez mil kilómetros así.
Llegue a la ciudad que me vio nacer, pero todo era tan diferente a esa Alicante de piratas, recuerdo cuando corría por sus descampados, con un pantalón corto, una camiseta vieja y una pandilla de niños buscando la aventura más grande o enfrentándonos al bando enemigo para conseguir la gracia de la princesa. Y así pasaron los días pero yo seguía siendo un pirata y mi ciudad no estaba preparada para este tipo de personas.
Después de unos cuantos kilómetros, llegue al barrio donde vive esa encantadora persona, que es mi hermana. Las calles de este barrio me han visto crecer y también me vieron partir hacia África, en un viaje que estuvo lleno de problemática política, desde el primer momento. Cuando quería iniciar mi viaje por Argelia y lo único que encontraba, eran pegas para pasar por este país. Lo que me hizo pensar volver a coger la opción de Marruecos, Mauritania, Senegal…No me importaba volver a pasar por sitios por los que había pasado anteriormente, tenían tanto que saborear. El viaje me hizo recordar muchas sensaciones anteriores y cada vez que iba a pasar por una zona por la que ya había pasado, pensaba será así y asa. Nunca me defraudaba, aunque resulto ser un viaje diferente, cargado de nuevas amistades, momentos y  porque no problemas que ya empezaban en la frontera de Mauritania. Pero ya habrá tiempo de hablar de mi viaje. Ahora me tocaba recordar a esa persona tan especial para mí, María Victoria Domenech Sánchez.
Los tiempos han cambiado ya tenemos unos cuantos años más, pero aun sigue siendo esa persona sensible, a la que su hermano pequeño la seguía por debajo de las camas para poder verle las braguitas, luego me apuntaba a unas clases de música para quitarle importancia. La verdad que de los tres hermanos, fue la que salió con la cabeza más en su sitio, ayudaba a sus padres, luchaba por sus hermanos y por todo eso y más fue la que más lo sufrió. Aunque aún recuerdo cuando los fines de semana, nos despertábamos y nos subíamos los tres juntos en una cama conmigo en medio y nos preguntábamos por lo que habíamos soñado y los tres soñábamos lo mismo y juntos íbamos haciendo una historia, que otro día, volvíamos a intentar continuar. Son tantas cosas que olvidar, que es imposible. Pero era la chica y con mi hermano haría mi primera vía de escalada, eso que me vistió durante tantos años y por lo que hubiera dado a ciegas mi vida más de una vez. Que son ellos, todos los que desprenden calor. Y de mis hermanos, es tanto, que los malos momentos solo se pueden quedar en guerrillas  familiares.
Y así volví a mi barrio, con el triunfo de haber llegado a Cape Twon y haber atravesado toda África, en una bici. Cuando abrió la puerta de casa, mi hermana se llevo una gran sorpresa, a las que ya está acostumbrada:
-Hombre, Ramón.
-Un beso Victoria.
Estuvimos un rato hablando y que raro esta vez, no fue acosarme desde un principio con mis proyectos de vida, incluso me animaba a seguir con mis viajes. Era algo diferente para mí, que me hizo mucha ilusión. Pero no solo de ilusión vive el hombre, así que ya rondaban por la cabeza planes de esponsorizacion, eso tan difícil para una persona a la que le gusta llevar su ritmo, así que ni corto, ni perezoso, me puse manos a la obra. Pero ¿cómo se hace eso? Lo primero que se me ocurre, es ir dejando un dosier que preparo, ya no sé ni para que o para quien por todos los medios de comunicación, hasta que ya me doy cuenta que nadie me hace caso y opino que este trabajo es un poco inútil. Mientras los días pasaban sin muchas fiestas de bienvenida pero con muchas alegrías.
 Yo, no se podía decir que parase quieto, siempre tenía algo que hacer o ir a visitar a alguien pero empezaba a echar muchas cosas en falta y todo esto me empezaba aburrir y no llevaba ni un mes, en Alicante. Muchos creen que es una buena vida eso de no hacer nada, dedicándote hacer tus cosas. A mí esto ya me resulta aburrido y tener un trabajo cómodo, una pequeña obligación lo mismo.
No sé, a veces, pienso que esto ya no está hecho para mí. ¿Por qué? Un motivo importante es que no se qué pinto, no es mi guerra, no quiero este mudo tan complicado, con tanta abundancia, no me gusta y no puedes luchar contra toda una población desbocada, yo me adapto pero no duro mucho y en el fondo estoy triste, me falta energía. Me niego a vivir así. En cambio, cuando estoy en un pueblecito de esos por ahí perdido es diferente. Te despiertas una mañana y ves que el ritmo es diferente, tienen que ir con cuidado no acabar todas las cosas que tienen que hacer. Tú te levantas indagas y ves tantos problemas que se podían solucionar con un poco de inversión, hablas con ellos, eso tan difícil. Comunicarse sin medios, ya no solo por el idioma, a veces por el desconocimiento de las cosas. Y vas pasando el día contemplando de que manera tan simple ha pasado y admirando lo poco que has gastado, ya no me refiero al dinero, eso tan banal, sino a las riquezas de esta tierra. En el fondo ha pasado un día tanto en el mundo desarrollado, como aquí pero aquí se tienen otros valores de vida y para lo que aquí puede ser un acontecimiento histórico que llegue un hombre blanco, con una bici, hacerte una fiesta, tenerte un mes o el tiempo que haga falta en el pueblo, hacerse todos amigos tuyos dándote el numero de móvil, etc. Aquí puede ser que llegue el Papa, montar la gran fiesta y estrecharte la mano. Pienso que hay mucha diferencia.
Son también muchas cosas más las que aprecio y las que me hacen sentir, estar incomodo. La verdad que valoro lo que tengo aquí y siempre lo llevo conmigo y sé que un día volveré con otra mentalidad, es una fase de la vida que es  interesante pasarla, al menos para mí.
Pese a mis problemas de existencia, estaba en Alicante e intentaba no desaprovechar el momento. Además pensaba salir con mi piragua para el 4 de Octubre y yo había llegado el 11 de Julio de África. Y aunque me estaba agobiando porque nadie me hacía caso, no lo estaba pasando mal. No quería agobiarme tampoco porque intentasen cambiarme la forma de vida y mis pensamientos. Y pensé que estaba llegando el momento de coger algo de distancia, así que mi cabeza, empezó a cuajar una idea que ya llevaba dentro.
Por un lado, empezaba a notar faltas. Aquí no habían arboles, ríos, montañas en definitiva donde estaba la naturaleza y la convivencia. Este año a mis amigos y compañeros de AIEM (asociación de inserción del enfermo mental), nos habían quitado los campamentos de voluntariado ambiental, vigilando los bosques. Y además donde estaban las aventuras, aquí solo las tenía cuando salía con el capitán Héctor Navarro, del que ya hablare y nos perdíamos con el súper cata, por la bahía de Alicante. Un catamarán que cuando lo compro, salía un silbidillo, de no sabemos dónde, cuando arreciaba el viento, así que le íbamos a poner el fantasmilla pero al final se quedo, con el nombre del Catalejo. El nos ha hecho trazar un montón de diagonales por esta bahía y nos ha llevado más de una vez a Tabarca. Aunque lo más grande que ha conseguido es formar a ese equipo, dispuesto a lo que haga falta y pasar un buen rato juntos, eso sí más de una vez hemos estado con el culo apretado. De nuestra amistad no es que la haya mejorado o empeorado pues la llevamos, más de veinte años y es difícil que se rompa, por que se caiga un mástil o porque un barco empiece a de vueltas, el solo por el mar.
Por otro, lado me había venido a la cabeza que tenía que seguir intentando divulgar mis ideas. Y si aquí no me hacía caso nadie iría donde hiciese falta, no me importo cargar con el ordenador y un proyector, a lo que soy tan reacio. Las vacaciones ya estaban pensadas, tenía ganas de volver hacer el camino de Santiago y que mejor sitio para divulgar la historia del Peregrino.
Cuando empecé a decir que me iba a ir a Pirineos, con mi bici y de allí haría el camino de Santiago, no me hacían mucho caso, acababa de llegar de África, por lo que pensaban que estaría cansado de tanto viaje.  Pero pasaron algunos días y seguía con la misma idea, incluso más convencido, había conseguido algo de material de dos colaboradores que me apoyaban y ya estaba listo todo para partir. Entonces empezaron a decir; ¿Qué, que iba hacer yo allí? Sabía que seguramente no haría gran cosa pero lo tenía que intentar, venia con las pilas muy cargadas, gracias a ese continente y no me podía quedar de brazos cruzados, total cada vez me cuesta menos hablar de ella, aunque no vea la impulsividad de las personas. Es tanto lo que hay que hacer y reparar, a veces nos sentimos a gusto, ayudando económicamente a una ong. ¿Pero es esa la solución? Ya intentare hablar de todo esto, para esto estoy aquí.
Seguramente, me irían mejor las cosas si me ayudasen pero es tanta la energía que retenemos las personas, que no me faltaba nadie para que diese el pistoletazo de salida. La noche antes de salir nos despedíamos, en casa de mi buena amiga Pepa, unos pocos amigos, viendo la proyección que me iba a llevar para enseñar, por los caminos que fuese. Fue una velada encantadora amenizada por más de un artista y el calor suficiente para aguantar un poco de alcohol. El objetivo del viaje como otras veces no sé si lo conseguí, pero me puedo sentir satisfecho, conocí a unas personas a las que intente expresar lo mejor posible mis sentimientos y les di a entender algo de este continente, tan querido para mi, África.
Cuando pare, con el autobús en Lérida, estaba entusiasmado con subirme al Pirineo, a visitar a Xavier Siscart  esa persona tan especial. El encuentro no sé cómo iba a ser y mientras me acercaba con mi bici, no paraban de rondarme ideas por la cabeza, hacía años que no nos veíamos y la convivencia juntos había sido muy intensa pero, el encuentro, no podía ser de otra manera, así es el. Estaban en una comida de final de temporada, con los trabajadores y familiares pero no tardo en sentarme a su lado. A la vez que me daba su confianza, no era tonto y a la vez que hablaba veías, que olvidaba, es una persona que marca y de la que no suele quedar nada de lo malo. En cuanto a si es autentico, lo es; un poco artistilla, con sus ideales muy claros, su familia y estas cosas y algunas más las hace realmente a gusto, lo de bien, nos lo dejaremos aparte como todos los que somos un poco chapucillas.
Pase unos días realmente bien, relajado hablando de nosotros y comentándonos proyectos, parecía que habíamos vuelto a los viejos tiempos. Y no me apetece pasar la hoja. Pero me iba a encaminar al pueblo más joven de escaladores, alpinistas y montañeros, Benasque. Donde no me deparo mucha la suerte, quizás porque llegaba con mucha ilusión. Todo eran darme largas, además no veía a nadie de los que conocía, pero no me importaba estaba en medio de la naturaleza y rodeado de unas montañas, que siempre me han dado un montón de energía. Además no iba a ser todo tan fácil. Sabía que aquí se me podía ayudar mucho en mi proyecto y económicamente, quizás fui un poco precipitado al abandonar tan rápido, seguramente que si me hubiese quedado más de un par de días, hubiese conseguido algo. Pero mi cabeza ya estaba en el camino de Santiago y quería llegar cuando antes.
Y así fue como en unos días más me plante en Roncesvalles. Eso si antes pare en el albergue del peregrino de Jaca, donde recogí mi credencial y pase por primera vez la proyección de mis viajes. A los peregrinos que lo entendieron les agrado y algunos hicieron alguna aportación económica, que me sirvió para pasar el día siguiente. Ese no fue el único día que mostré mi proyección, por el camino una tarde que pare en un pequeño pueblo, unos niños que se encontraban jugando en un parque, me preguntaron de donde venia y sin saber cómo me encontré sacando mi ordenador y enseñándoles fotos de África.
Ya me encontraba en Roncesvalles y no sé cómo me vi liado, con un personaje curioso. Quizás fue esperando a que abriesen el albergue, que conocí a Fernando, un argentino, que venía con una bicicleta holandesa, es decir; sin frenos delanteros y los traseros, frenaban con los propios pedales invirtiendo el sentido del pedalear. Y estaba empeñado en llegar a Santiago sin salir de los caminos. Aunque no fue al único que encontré en el camino con esa moral, luego dicen de mí que si sufro. Lo mío, al de los pies con ampollas, las lesiones, los que empujan sus bicis en las cuestas por que no pueden, las madrugones que se pegan… Es pan comido, estas personas son auténticos valientes, sacan las fuerzas de donde sea para llegar a Santiago de Compostela. Pienso que es una buena convivencia, en cuanto a lo religioso ya tendré tiempo de hablar y con cosas más serias.
Esa noche dormí en la misma habitación de Fernando y la tarde la pasamos juntos, hablando de  cosas y viendo la proyección los dos solos en una de las paredes del albergue, no fue lo mismo que pasarlo para un grupo de personas, pero estuvimos comentando un poco las fotografías. El día siguiente nos separo, el tenia que parar en Pamplona a poner unos frenos delanteros a su bici y yo seguiría más adelante.
Luego, pasaron unos días, hasta que conocí a Nagore, una pequeña pero encantadora mujer. Había apostado con su padre, que llegaría a Santiago montada en su bicicleta desde Victoria. Todo ocurrió de la siguiente manera, yo había llegado al albergue de Santo Domingo de la Calzada y decidí quedarme aunque era un poco pronto. Así que lo primero que  hice después de cambiarme y de arreglar mis cosas, fue poner el cartel de mi proyección; “Hoy a las 8,30 proyección de viajes por África en bicicleta, por el Mediterráneo en…en el salón del albergue”.  Una vez hecho esto me fui a dar una vuelta por el pueblo y allí en la silla de la terracita de un bar vi por primera vez a Nagore, estaba tomándose un café y llamo mi atención verla sola, toda jipiosa, con sus mallas de rayas pero no le dije nada, siempre he sido un poco vergonzoso para entrarle a una mujer y fue ella la primera, que me dirigió la palabra cuando nos presentaron en el albergue:
-Hola, eres tu quien pasa la proyección.
-Sí.
 -Y, de ¿qué es?
-De unos viajes que he realizado por…
- Que, chulo, me interesa hay estaré.
Ese día hice el pase para siete u ocho personas, en las que se encontraba un interesante hombre que trabajaba para Repsol de ingeniero de prospecciones petrolíferas. Había estado trabajando en muchos países de África y en muchas cosas que habíamos visto coincidíamos, daba gusto hablar de África con una persona así. La noche paso pero no hubo nada mágico y al día siguiente me dirigía junto con Nagore a Burgos.
-Quieres que paremos en la fábrica de San Miguel, le decía a la entrada de Burgos.
-Pues vale, me contesto Nagore.
Y todo eran conversaciones así. Eran bastantes monólogos tanto por mi parte, como por la de ella, por lo que esa fue la última noche que pasamos juntos. Al día siguiente ella se quedaría durmiendo en el albergue mientras yo partiría a seguir mi camino. No tarde mucho en encontrar las siguientes amistades, un grupo formado por un alcoyano de Alicante, Jordi, Roger de Barcelona, una pareja de Italia y Francesco también de Italia. Había llegado a un pueblecito a medio día y se encontraban en un parque descansando después de comer, yo me senté al lado de ellos y empecé a entablar conversación, a alguno de ellos ya me los había cruzado por el camino. Así que cuando partieron no me costó decir; me voy con vosotros. Al ratito me iba a plantear otra vez lo de seguir con ellos, llevábamos veinte kilómetros y habíamos cogido una velocidad vertiginosa, la verdad que fue algo generalizado lo de apretar el culo contra el asiento y poner su granito de velocidad, aunque cuando paramos todos nos dimos cuenta que íbamos demasiado rápidos, por lo que continúe con ellos.
Esa noche, llegamos a Viatoris, un albergue del camino de Santiago, de esos que marcan, por la estupenda forma en que lo llevan y la generosidad y buen estar de su dueño. La verdad que hay muchos sitios así que no saben qué hacer, para mantener el camino, no les importa estar solos en medio de un paramo, si cuando llega el peregrino se ve cobijado, por su cariño. Son muchos  los que dejan una vida de bienestar para dedicarse en cuerpo y alma, a este menester, de ayudar al prójimo en sus metas y no tienen nada que ver con la iglesia, como ya he dicho es un buen sitio para convivir.
A la mañana siguiente, partíamos hacia León y si esa noche les había tocado cocinar al matrimonio italiano; Linda y Piero. Esa noche nos tocaría a Jordi y a mí, por lo que no podía separarme del grupo, además había quedado en enseñarles la proyección. El día paso entre bonitos parajes y la noche cayo. A Jordi le toco hacer una paella y a mí un par de tortillas, no estuvo mal, a la fiesta, se sumaron Jaume y su pareja que rodaban por el camino de Santiago agobiados por las prisas y un poco en soledad. Pedimos permiso para ver la proyección en el albergue y rápidamente nos cedieron una sala para verla. La siguiente noche sería la última noche que pasaría con este encantador grupo de amigos del camino. El ¿Por qué? Es un poco complicado, pero es una forma de ver las cosas. El grupo estaba cada vez mas hermanado y aunque se hacía muy cómodo ir de esta manera. Yo por uno de los motivos que había venido a este lugar, era para comunicar en todo lo posible mi historia del Peregrino y el estar rodeado de este ambiente de camarería, me impedía el contar cuando encontraba a alguien, que venía de África y bla, bla, …
Bueno, en realidad, fueron dos noches más las que pase con ellos, en total cuatro, no me acordaba de la noche de brujas que pasamos en Sarria, que aunque no llegamos a probar la queimada, bebimos  alguna copilla de mas y nos pegamos algún baile en la plaza del pueblo, con un grupillo gallego, por lo que quizás no me acordaba. Pero ahora me encontraba solo y añoraba esos momentos de compañía y aunque al cabo del día, siempre acababa hablando con alguien de mis aventuras. Ya no eran esos ratos de risa y de compartir.
En un par de días más me encontraba en Santiago y se iban a mover unas teclas. Cuando descanse lo primero que hice, fue llamar a mi amigo José Santamaría, un señor que había conocido en el desierto del Sahara, en mi primer viaje, al continente africano. El iba de camino a Dakla, con su furgoneta a visitar a una antigua amistad, paso despacio por al lado de mi bici, me quede mirándolo y le dije;
- Tu eres español.
Así que unos metros más adelante, paro y tres días después nos veíamos en Dakla. Desde entonces nos hemos comunicado con correos electrónicos, pero nunca nos habíamos vuelto a ver.
-Santamaría, que haces.
-¿Donde estas tu, has llegado a Santiago? 
-Pues, claro. Mañana iré a verte. ¿Cómo llego?
 -La Pobla de Caramiñal, está en bla, bla,…
Había quedado para ir al día siguiente pero esa tarde saldría a tomar unos sidriñas y conocería a Liana, que como indica el nombre me lio, ¿cómo empezó?;
 -Trae que te voy  a enseñar, a escanciar la sidra. Que yo soy de Asturias.
Y ahí estaba yo viendo cómo caía la sidra dentro del vaso.
-Sí que esta mas buena, le dije.
-Con el tapón que te ha puesto el Sebas es muy fácil, ahora sigue tu solo, yo me voy con mi colega. Me decía mientras se alejaba a la barra.
Pero no tarde en acercarme a su lado y tras estar hablando un rato con ellos. Le anunciaría que iba un momento a la estación de autobuses y luego volvería. Cuando regrese seguía en el mismo lugar, yo no tarde en pedirme otra sidra y ella no tardo en ofrecerse a enseñarme la ciudad. Me enseño la ciudad y muchas más cosas pero ninguna, que no se pueda dejar de contar.
Esa noche la acabe pasando por ahí, fueron muchas las veces que le insistí que nos fuéramos a su casa pero no quiso, a cambio conocí a un montón de gente de la noche de Santiago y ahora seguimos nuestra relación por internet y nos veremos dentro de unos días en Valencia. Cuando llegaba al hotel, era imposible coger la bici y acercarme al pueblo de José. Así que me toco coger el teléfono y llamar;
-José, que esta noche he salido y …
-Yo que había llamado a la prensa para que te hiciesen una entrevista…
-No te preocupes, hoy descanso y mañana estoy allí.
Y, bla, bla, bla… Ese día me lo tire descansando y no tengo mucho que contar, salvo que fue una resaca un poco pesada, ya que Liana y yo habíamos bebido un poco más de la cuenta. Pero a la mañana siguiente llegue con mi bicicleta, la que había llegado al cabo de Buena Esperanza, al pueblo de José. Fue un encuentro muy emocionante, hacía dos años que nos conocíamos y desde entonces nos comunicábamos por internet. Todo el pueblo me estaba esperando y al ratito vinieron unos periodistas de “la voz de Galicia” me hicieron una entrevista y unas cuantas  fotos. Después nos me llevo a polideportivo donde entrena, un sitio encantador de la ría de Aurosa, allí me duche, cambie mi equipo de ciclista, por ropa de calle y comimos en un bosque de los alrededores. A la tarde volveríamos al pueblo y me presentaría a muchas personas, subiríamos a la montaña de la pobla de Caramiñal y me enseñaría unas vistas impresionantes de la ría. Y la noche ya estaba reservada había quedado reservada para pasarla con su pareja y un buen amigo suyo. Cenamos en casa de Espe de Esperanza, una comida a base de productos de la tierra, en la que también compartieron plato su hija pequeña y José Luis, después llego el momento de pasarles la proyección de mis viajes, fue una velada muy entrañable y todos menos José Luis, nos quedamos a dormir en la bonita casa de Espe frente al mar.
La mañana siguiente llego y venia el momento de las despedidas, eso que a veces nunca quieres que llegue pero cada uno tenía sus proyectos y eran diferentes. Ellos a la tarde tenían que asistir a una boda y yo ponía rumbo Alicante, tras haber realizado el camino de Santiago, haber vuelto a ver a José Santamaría y otras amistades del Pirineo. Tras de mi quedaron un montón de historias, algunas que simplemente acaban de empezar pero mi camino seguía su rumbo y el Peregrino también, el que se crucen solo depende de nosotros.

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