INTRODUCCION AL PEREGRINO


INTRODUCCION AL PEREGRINO

PRESENTACION
Esta historia, es algo más que le debo a mis padres.
Empezó por un primer viaje en piragua, desde Alicante a Tánger. Lo que me sirvió para darme cuenta que la piragua no era el medio de transporte ideal, para viajar por África.
A este viaje le siguió otro, en bici por el continente Africano, de unos tres meses pasando por los países de Marruecos, Mauritania, Senegal y Mali.
A la vuelta de este viaje, tenía un nuevo proyecto de viaje y no tarde en partir con mi piragua, desde Alicante a Sicilia.
Este año 2010 he llegado a Suráfrica en bicicleta, atravesando un total de quince países, desde mi ciudad Alicante.

jueves, 9 de diciembre de 2010

DESDE LAS ISLAS HYERES A PIOMBINO

Después de las islas Hyeres, pasaría por Canes, Niza, Antibes o Montecarlo pero su riqueza no me iba a impresionar. Era increíble pero el aire olía a euros, incluso una vez que dormí en una calita, los vecinos de una mansión se me quejaron, aunque no llamaron a la policía. Podías ver más de un palacio por sus costas pero nunca dormiría en uno. Y así fue como entre en Italia donde todo pegaba un cambio radical, parecía que habíamos andado atrás en el tiempo, no se quizás, es que venía de un sitio donde la gente era muy chip. Aquí volvías a ver a las personas pasear por los paseos marítimos, con más tranquilidad. Los Lidos de baño, con sus barecitos, cambiadores y sobre todo esto, lo único que me hacia disgustar un poco. Era que existía el biquini y el bañador y el top-les no existía.
Ciervo en el Ligure
Llegue a la primera gran ciudad del Ligure italiano, Imporia. Parecía de la época medieval sino llega a ser por esos modernos barcos que veías. Era una tarde de primavera y me tome un helado en sus calles. Partí para adentrarme en el Ligure y sin saber cómo, llegue remando a Cogoleto, el pueblo donde había nacido Cristóbal Colon. Esa noche dormiría en una pequeña cala, un poco antes del pueblo, donde había un horno en la roca, que era donde, decían que hacían las bolas de hierro para los cañones de los buques de Napoleón. Y allí mismo en esa cueva suspendida en la pared del acantilado pase la noche. A la mañana siguiente amaneció lloviendo y con mal tiempo pero llegue hasta un lido que había en el mismo Cogoleto. Allí fue donde conocí a Gino y su familia, esos negocios tan familiares y tradicionales en las playas de Italia, no fue el único que conocería pero si el primero.
Gino y su familia
Hice amistad con ellos y pasaríamos el día conociéndonos, el iba preparando el lido para el verano y yo le iba ayudando en lo que podía. Cuando pasaba alguien del pueblo paseando, el me presentaba como el español que venía de España remando, era increíble la vitalidad que tenia y su familia era encantadora. Pero a la mañana siguiente aunque fuese con mal tiempo tocaba partir y se quedaría suspendida una gran comida.
Salida de Cogoleto
Entre grandes olas llegue a Génova y me metí en su puerto por la primera bocana que vi, evitando el mal tiempo y después  de unos quilómetros remando salí por su ultima bocana pero no me di cuenta que me seguía una patrullera de la guardia costera. La cosa es que veo una playita después del puerto, donde decido hacer un descanso, un chino que había en un espigón estaba alucinando, viendo como me empujaban las olas hacia la orilla y en eso, que en uno de esos empujones llego a la arena y sin revolcón. Bajo enseguida y me cambio de ropa. Y en ese momento que aparecen dos personas y me empiezan a preguntar cosas, yo empiezo a flipar, al pedirme pasaporte y unas cosas que no veía normales, de un buen recibimiento. Al rato me enseñan sus credenciales de guardias costeros. Yo me lo tomo a broma y al rato aparecen dos carabineros con metralleta. Les digo que dentro de la piragua llevo un bazuca y empiezan a registrármela de cachondeo, se parecía a un registro marroquí. ¿Y esto para qué es? Y entre bromas, llegaron a leerme la cartilla, si sales con mal tiempo, te llevamos a la cárcel y tienes para cuatro días, me dijeron. Yo les respondí, esta noche me quedo pero como mañana mejore me voy. Me dejaron por imposible y se marcharon y la patrullera que había a la entrada de la playa, se fue al puerto. Y así fue como conocí los alrededores de Génova.
San Fructuoso
Al día siguiente después de desayunar, en Génova partía y a la tarde del día después llegaba a San Fructuoso, un monasterio de un sacerdote de Tarragona, que se encontraba en un sitio, al que solo se podía acceder en embarcación o a pie por la montaña. Como caso excepcional dormí en uno de sus pórticos y estuve hablando con uno de los trabajadores del lugar. Partiría nada más amanecer y en Portofino pare a tomar el café más caro de todo el viaje. Tres euros por un café y  sin galletita pero el sitio merecía parar.
Después de pasar esta península, me tocaba entrar en Cinco tierras, una zona del Ligure maravillosa. Empezaba con la población de Monterosso, con su colosal Hércules sosteniendo una losa de piedra, esculpido  en la propia roca de la costa, la verdad que eran unos pueblos encantadores y allí me daría cuenta por primera vez, que mi piragua tenía una pequeña vía de agua, que repararía con un poco de pegamento de la gotita. A la mañana siguiente llegaría a Portovenere y de ahí partiría a Livorno y Piombino.     




Monterosso

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